Ya había corrido anteriormente en Castellgalí y el recorrido estuvo a la altura de las ediciones anteriores. Una pasada para los verdaderos amantes del mountain bike. Un trazado exigente físicamente y plagado de senderos que te recuerdan por qué has madrugado tanto para estar en esa carrera. Un recorrido excelente y una señalización excelente también.
Yo encaré la carrera de menos a más. Tuve templanza en los primeros compases, donde es muy fácil dejarse llevar por el ritmo que imponen la gran mayoría de adversarios, y fui haciendo sin grandes exhibiciones hasta llegada la primera hora de carrera. Ahí ya me encontré en un buen grupo de corredores y seguí con ellos gran parte del recorrido.
Llegados a la última subida larga (un pequeño puerto de pista sin asfaltar), me vi bien de piernas y decidí atacar, dejando atrás a los contrincantes del grupo. Coincidí con un corredor con el que ya habíamos compartido la parte final del recorrido de otra carrera este año. El uno al otro nos fuimos animando y llegamos escapados del grupo perseguidor.
Terminé súper cansado, pero también súper satisfecho con todo lo disfrutado durante la prueba. ¡Una mañana extraordinaria, la verdad!
















